Las hijas de Onán

Antes de que las almas que se creen puras se levanten de donde se hincaron a rezar por mí, acorde a lo que leyeron en la columna del sábado anterior, de una vez escribo sobre la masturbación. Quiero advertirles que mi abuela rezó mucho por mí, sin saber que terminaría escribiendo sobre estos temas sexuales y nada más logró dejarme muy bendecida. Agradezco todas sus oraciones pero ahí voy.

Resulta que Onán era un sujeto que mencionan en la Biblia, quien en lugar de dejar escapar sus fluidos seminales dentro de su mujer, prefería sacar su miembro y dejarlos caer donde se les antojara, -no voy a contar la historia completa, me interesa el origen del nombre-. Por supuesto que estos actos eran y siguen siendo castigadísimos por las religiones porque sin reproducción no existen feligreses. Así que aquellos que, sin tener mujer al lado o teniéndola, practican el onanismo, -uno de los sinónimos de la masturbación masculina- han sido siempre muy prevenidos de que en el infierno arderán.

No existe más el purgatorio. Hace algunos años se anunció que, después de sesuda reflexión por parte de los dirigentes religiosos, el purgatorio venía sobrando por razones que desconozco, así que sólo el infierno espera a quienes se masturban, nos advierten. De la desaparición del purgatorio y otros asuntos religiosos escribiré en otra ocasión, los evito antes de que decidan reabrir el purgatorio sólo para mí.

Como decía arriba, resulta que hijos de Onán –mejor dicho onanistas- pueden considerarse aquellos que practican los placeres solitarios al tocar su cuerpo, es decir los que se masturban. Dejemos de lado a los hombres, a quienes se les permite todo lo prohibido para las mujeres: tener varias parejas es celebrado para los varones, tener relaciones sexuales previas al matrimonio es requerido y, por supuesto, masturbarse es motivo de chiste pero no de castigo entre los hombres.

¿Y las mujeres? No, una mujer que toca su cuerpo y siente placer no existe. ¿En dónde se ha escuchado? Jamás se ha visto. Es un tema tan controversial que si alguien levanta la mano para decir yo lo hago, sería lapidada como las adúlteras en los estados musulmanes. Señoras y señores: la masturbación femenina existe, debe ser respetada como la manera en que las mujeres aprendemos a conocer nuestro cuerpo antes de emprender la larga aventura de las relaciones sexuales con los hombres.

Lo nombro aventura porque es un gran riesgo el que toman cualquier mujer y cualquier hombre cuando inician una relación mutua sin conocerse sexualmente. Aun cuando hubieran tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, los primeros encuentros suelen estar cargados de mucha pasión y entusiasmo derivados de la novedad. El problema surge con unos meses de lo mismo, entonces ella se aburre y él busca otro lugar donde festejar.

A las mujeres se nos educa para ser las niñas bien, las que llegarán vírgenes al matrimonio –aunque sea en apariencia-, las modositas, cómo vamos a comentar en una reunión con las amigas que anoche nos masturbamos porque teníamos muchas ganas. O cómo le dices a tu novio/esposo/pareja que a pesar de que tuviste relaciones sexuales con él, no lograste el orgasmo –los orgasmos a que estás acostumbrada- y que quieres espacio y tiempo para masturbarte.

Los seres humanos somos igualmente sexuados y sexuales, con líbido y sensaciones placenteras derivadas de la vista, el oído, el olfato, el tacto, el gusto y, sobre todo, de nuestra imaginación. ¿Por qué los hombres pueden ser hijos de Onán y las mujeres somos huérfanas? Tenemos derecho a una vida sexual libre de prejuicios y tabúes que impiden el desarrollo total de las mujeres y a nuestra satisfacción sexual con o sin hombres al lado.

Leido en el programa de radio EFECTO MARIPOSA de Aurora Medina el 23 agosto de 2011


Orgasmos múltiples

Un tema que se evita, con el que hay que tener discreción, hoy es motivo de festejos por parte de las feministas. Y tiene que ser. ¡Cómo no! ¡Claro que sí! La sexualidad es el eje de nuestra vida. De donde partimos, lo que vivimos a diario una o varias veces. Por qué tenemos que ocultar palabras tan sencillas y simples como vagina, pene, ovarios, testículos, clítoris, coito, masturbación, orgasmo, que contienen una carga emocional positiva cuando nuestra líbido es sana y tiene los espacios adecuados para expresarse.

No voy a dar un discurso sobre lo que está bien o mal en sexualidad, en realidad todo está bien en este tema. Cada día nuestras preferencias sexuales obtienen el reconocimiento que merecen como un derecho individual y cada persona con su pareja pueden hacer lo que quieran en la intimidad, mientras no se afecte a terceros, sobre todo a menores de edad o personas incapaces de discernir.

Sé que estoy entrando en terrenos todavía pantanosos para muchos, no soy una experta en el tema, sí una entusiasta participante de lo que se puede llamar la alegría de la vida, el festejo del amor. Hacer el amor, tener relaciones sexuales no es malo, al contrario. De lo que se trata aquí es de poner en palabras escritas lo que todas las mujeres buscamos al momento de estar con nuestra pareja y pocas somos quienes lo logramos: el orgasmo. Ese momento culminante de la relación sexual en donde todo parece iluminarse con un gran arcoíris, en donde el cuerpo se alinea en sus chacras, donde nos vemos cara a cara con Dios y le agradecemos estar vivos, donde nuestro cuerpo respira por todos los poros y logramos la perfecta comunión con el otro.

¿Es este instante algo inigualable? Es posible, cada orgasmo es perfecto e irrepetible, pero no debe ser único, debemos buscarlo y esforzarnos por lograrlo siempre en nuestras relaciones sexuales. En general, las mujeres creemos que si demostramos que conocemos nuestro cuerpo, nuestra pareja puede pensar que lo aprendimos antes con alguien más. Así, muchas ocultan sus deseos en afán de mostrarse recatadas y callan lo que les gusta. Otras, tal vez las más, en realidad no saben qué les gusta. Si han vivido en una casa pequeña y compartido una habitación con otras y otros hermanos, es muy probable que jamás hayan explorado su cuerpo ni por error. Llegan al matrimonio con muchas ganas e ilusiones pero con escaso conocimiento de su cuerpo. ¿Cómo van a pedir?

Si encuentran una pareja inteligente que les permita aprender a expresar sus deseos, lograrán superar poco a poco la ignorancia conjunta en este aspecto. Porque somos ignorantes, la mayoría lo somos, incluso quienes se jactan de tener muchas parejas: tal vez no se dan cuenta que buscan en muchas lo que no pueden ofrecer a una sola, porque no saben cómo brindarle placer. No se trata aquí de moralidad, se escribe sobre sexualidad.

Parece que esta semana hubo un día dedicado a festejar el orgasmo femenino como una manera de liberación femenina. No soy feminista pero este apartado me parece adecuado. En tanto que las mujeres sepamos defender un orgasmo, tal vez podamos defendernos a nosotras mismas, al ser más importante que tenemos, antes que la pareja y que los hijos. Es más, no solo debemos defender y buscar el orgasmo, tenemos que aprender a disfrutar y exigir múltiples orgasmos. ¡Bienvenidas al club!

Publicado en Vertice el 13 de agosto de 2011.
Leído en Efecto Mariposa el 05 de septiembre de 2011.